Mirando el mundo real

Mi trabajo no es diseño gráfico, es fotografía. Puede parecer el resultado de muchas horas de trabajo con Photoshop, pero no lo es. Por supuesto hoy en día uso Photoshop, pero casi la mitad de mi trabajo está hecho en negativo, revelado e impreso. Ha sido a partir del año 2010 que he comenzado a usar cámara digital en estos trabajos. La imagen digital no es una necesidad para mí, pero me da más opciones y me permite ahorrar mucho tiempo.

Para mis capturas me baso en la idea de la fotografía “no-objetual”, una idea que he desarrollado en estos años y que está explicada en mi libro “La Realidad Simultánea” subtitulado: “Ensayo para la aproximación a otro tipo de fotografía”, publicado en el año 2011. El libro ha sido editado en ruso y ahora se ha traducido al inglés, idioma en el que espero que pronto será publicado.

Mi obra es una respuesta a mi forma interna de ver la realidad, de sentir y a mis visiones del mundo. No es la reproducción en papel de cosas, situaciones o de la vida que me rodea, sino de la que se forma dentro de mí, que considero tan real como la exterior, y que puedo capturar con una cámara.

He encontrado un camino para captar algo que con la fotografía tradicional no podía hacer: mi imagen interior. Normalmente la fotografía mira hacia fuera, intentando encontrar vida en las cosas que nos rodean, pero en mi opinión, el uso de objetos como símbolos es una puerta abierta a un mundo increíble que la fotografía tradicional no puede cruzar.

Yo uso objetos para crear símbolos que pueden ser reconocidos como algo diferente. ¿Qué quiero decir con esto? Digamos que es algo así como cuando vemos un rostro en las nubes. ¿Por qué decimos que hay un rostro en una nube? Es evidente que sabemos que allí no hay ningún rostro, pero nos expresamos así porque en la nube hemos reconocido algo que para nosotros es el «símbolo» de una cara. Tal vez lo que vemos es el perfil, o los huecos de los ojos y la línea de la nariz o la boca, no es necesario que sea un rostro entero y perfecto, conque aparezca alguno de los rastros necesarios para que nuestro cerebro identifique la nube con el simbolo de un rostro la analogía ya está servida. Y esta situación ocurre a nuestro alrededor con tanta frecuencia y tan intensamente que los símbolos parecen estar por todas partes. No sólo se encuentran en imágenes aplanadas como puede ser una nube que está muy alejada de nosotros, sino incluso en las composiciones aleatorias de los diferentes escenarios que se producen ante nuestros ojos en tres dimensiones al mezclar planos  de la vida real. Se mezclan árboles con piedras, o con caminos; rocas y plantas, tierra y piedras con muros, arboles y nubes… En estos casos es necesario integrar las diversas partes de la escena en una sola imagen, aplastar las dimensiones uniéndolas y, entonces, aparece un nuevo invitado a nuestra vida que creíamos que antes no existía y que acaba de llegar.

He desarrollado a lo largo de más de dos décadas un complejo sistema para usar estos símbolos de modo creativo y poder contar historias. El primer objetivo era conseguir que el objeto usado como modelo no se reconociera como tal y sólo viéramos el simbolo que habiamos encontrado. En pocas palabras,  en el caso del rostro que aparece en la nube, en el resultado final no se reconocerá que es una nube sino que sólo aparecerá el rostro, sin más referencias. De este modo el objeto desaparece dejando paso al simbolo. En ocasiones he llegado a hacer que este nuevo simbolo recién creado se una con otros también creados y produzcan una nueva imagen perfectamente identificable. Creo, estoy seguro, de que en el futuro este tipo de imágenes también formarán parte del Arte fotográfico ya que abren un nuevo camino independiente del realismo reproductivo. Sucedió con la pintura y sucederá con la fotografía.

En mi trabajo no se puede reconocer el objeto capturado, ese objeto no es importante, no es “lo que es”, es “lo que puede ser”. Lo evidente sólo es la máscara de la realidad.

Mis imágenes necesitan ser contempladas de forma relajada y dándoles tiempo si se quieren descubrir las imágenes que ocultan para poder disfrutarlas, ya que suelen tener muchas más cosas en el  interior de lo que se puede pensar con una rápida mirada.

Para que puedan comprender mejor mi trabajo he preparado unos ejemplos que explican de dónde vienen mis imágenes y la obra finalizada.

   Escena original                                              Captura calculada

           “EL VIEJO NADADOR” de la colección «Petrolitos» 2011

Si miran con cuidado verán que hay más que un solo actor en la imagen, pues le acompañan varios rostros a su alrededor. Esos otros personajes aparecen como consecuencia de la técnica que utilizo para mezclar planos en uno solo y que es la característica de mi obra en los últimos 25 años.

“EL ESPEJO DE NIDONDE” de la colección «Nidondios» 2010El “objeto”                                                         La imagen final

“EL GUARDIAN DE NIDONDE” de la colección «Nidondios» 2010

La captura                                                        El resultado

Es fácil ver de dónde viene cada línea. En esta colección he usado árboles como modelos. El símbolo está ahí en el mundo visual, sólo es necesario descubrirlo en el escenario real y darle nueva vida.

Para mis necesidades el original se captura fuera de foco según lo que quiera conseguir, no es un error la imagen que muestro en apariencia desenfocada. Necesito calcular un cierto nivel de difusión para mezclar las dimensiones y conseguir mis fotografías. La idea de la Lógica Difusa -en este caso “Imagen Difusa”-, es una necesidad en mi trabajo.

Pondré unos ejemplos más.

“VIENTO CROMÁTICO” de la colección «Cromáticos» 2012

“PIÉ DE PIEDRAS” de la colección «Petrolitos» 2011

He seleccionado unas imágenes que creo resultarán sencillas de comprender y en las que sus formas son perfectamente identificables.

El proceso aquí mostrado está realizado sobre imágenes capturadas digitalmente porque conservo algunas capturas del original antes de lo que yo llamo el disparo calculado. Generalmente no hago fotos de la escena al natural y directamente disparo tras el cálculo que hago sobre el tamaño del círculo de confusión, por lo que las imágenes que pueden servir de demostración son una excepción. En el caso de los negativos sólo conservo el negativo del que se imprimía la copia final y que actualmente se han digitalizado para imprimir directamente del archivo digital. (Dado que es un término poco conocido para el espectador en general, aclararé que un círculo de confusión es el redondel en que se convierte un punto a medida que se desenfoca y que se hace mayor cuanto más desenfocado está. Ese tamaño es uno de los cálculos necesarios en la captura para desarrollar mi trabajo).

Dentro del apartado Vídeos de mi web encontrarán uno titulado «Origen de la obra» que puede aportarles más información sobre el proceso y muestra más imágenes.

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© Valentín
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