Introducción a mis obras

Al iniciar este blog doy satisfacción a las repetidas peticiones desde hace años de varios amigos de mi pequeño círculo fotográfico, entre los que no quiero dejar de “culpar” a mi Galerista que ha insistido tanto como ha querido en la necesidad de poner luz –para eso dice que hago fotos-, sobre algunos aspectos de mi obra.

            Admito que hay razones suficientes para establecer este contacto con quienes tengan interés en saber algo más sobre estas fotografías y creo que ha llegado el momento de explicar lo que considere de interés para la comprensión de lo que hago, del por qué lo hago y de mi relación personal con la idea del arte.

 

Una obra final colgada en una pared no necesita explicación, ella misma debe ser suficiente explicación. Y este argumento, en el que sigo creyendo, ha sido uno de los motivos del silencio que he guardado respecto a mi trabajo. Si por gracia de la fortuna un puñado de obras mías se conservasen en un cajón, y alguien las encontrara dentro de mil años, todo lo que yo pudiera decir en mi tiempo de vida no tendría valor alguno. Sólo la obra por sí misma sería el argumento para cualquier reflexión que pudieran hacer entonces sobre su contenido y el alma que la habita.

            Pero también es cierto que el Arte mueve el mundo y que es el alimento del espíritu. El Arte nos cambia, nos sensibiliza, hace que seamos más capaces de entender nuestras propias abstracciones y abre puertas a mundos escondidos fuera o dentro de nosotros. Una obra honesta que lleva a su autor al límite de su capacidad interior y de su virtuosismo artesano, es consecuencia de muchas cosas, pero entre ellas están las influencias del tiempo que le ha tocado vivir, de su mundo, de la gente. Por esto mismo la obra no es sólo de quien la hace, es también de quienes aportaron la vida que la ha creado y que el autor ha hecho germinar. Y esto es común para todas las artes.

            Ahora yo hablo de fotografía, y este apartado de la creación tiene ciertas peculiaridades que la diferencian de otras Artes, como por ejemplo que se la considera hasta cierto punto un reflejo de la realidad. Y es cierto que a través de ella recordamos a nuestros seres queridos o momentos que convierte en inolvidables, pero a veces resulta que hay más que eso si se sabe mirar y se aprende a ver. Y en eso estamos mi obra y yo.

            Por circunstancias personales y que se escapan a esta presentación, he llegado a concluir un tipo de imágenes que se alejan de lo que se considera fotografía “normal”, si se me permite el entrecomillado. Nada es normal cuando se escapa de lo conocido, nada es normal cuando parece que rompe algunos esquemas, o muchos esquemas, o todos los esquemas. No es normal si no se le reconoce como lo que se supone que debe ser; pero esta normalidad es un esquema válido para las relaciones sociales, no para el Arte.

            Entiendo que digan que mi obra no parece fotografía, que parece pintura. Entiendo que cuando digo que es una foto me pregunten si es una foto de un cuadro. Entiendo que pregunten cómo se hace en vez de preguntar cómo lo veo. Y hasta entiendo que haya quien no crea que es fotografía o que concluyan que todo es una brutal manipulación en un programa de edición. ¿Cómo no entenderlo? Sin embargo detrás de estas dudas, muy normales, se despierta una cierta inquietud en los espectadores que les obliga a volver a mirar dentro de la imagen colgada en la pared. Y yo quiero creer que se están viendo a sí mismos en un espejo, como yo me veo a mí también. Y esto, pase lo que pase dentro de mil años, hace que piense que merezca la pena dedicar un cierto tiempo a abrir los ojos a un tipo de fotografía que, tal vez, no sea muy normal en su tiempo pero que tiene algo que decir. Comprendo que esto mismo ocurrió con muchas otras artes y tendencias artísticas en el pasado y no debe ser motivo de insatisfacción no encajar en ningún estilo o tendencia de la propia época; lo importante es continuar la obra. Puede ser que algún día llegue su tiempo.

Algunos textos en los pdf de los catálogos de mis exposiciones pueden servir de ayuda para la comprensión de las imágenes, y también los videos, especialmente el “Origen de la obra” que pueden encontrar en mi web. Las colecciones de la realidad simultánea comenzaron en 1991 y por supuesto en negativo, sin manipulaciones posibles digitalmente. Hasta 2010 no hice la primera colección con cámara digital; y es que la técnica puede cambiar mucho para ayudarnos a plasmar lo que vemos, ya sea dentro o fuera, pero sin visión no hay técnica que produzca otra cosa que ruido visual. Al menos en mi modesta opinión.

Gracias a todos los que han creído en este proyecto y siguen apoyándome.

 

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© Valentín
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